Los síntomas y el tratamiento de la artrosis en perros

Las causas de la artritis degenerativa

Aunque normalmente la artritis en perros se asocia a los perros más mayores, es una patología que puede afectar a perros de cualquier edad. Ahora bien, es cierto que la edad de tu mascota, así como su peso corporal, su raza o su historial médico pasado son factores de riesgo a la hora de desarrollar el tan molesto dolor articular que aparece en el cuerpo de los perros con artritis.

En cuanto al origen de la enfermedad, podemos distinguir entre dos tipos de artritis en perros:

1. Artritis primaria: afecta a los perros más mayores y su origen se encuentra en el desgaste generalizado de los cartílagos articulares que se produce naturalmente por el envejecimiento.
2. Artritis secundaria: en este caso, la causa la encontramos en ciertas anomalías congénitas, como la displasia, o en traumatismos. Esto provoca que los cartílagos se deterioren más rápido de lo normal.

¿Cuáles son los signos y síntomas de la artritis canina?

Muchos dueños de perros se preguntan por los síntomas de la artritis canina, para saber si coinciden con los signos que está sufriendo su mascota. Para ayudarte en este sentido, a continuación enumeramos los síntomas más comunes de la artritis en perros:

• Cojera: debido al dolor, los perros con artritis tienden a cojear al principio de sus paseos para minimizar la molestia. Una vez que avanza el paseo, la cojera se atenúa.
• Dificultad para moverse: sobre todo, en los movimientos que debe realizar para subirse al coche o al sofá, por ejemplo.
• Problemas para encontrar una postura cómoda: es muy común que, por culpa del dolor, los perros con artritis tarden un rato en encontrar una postura cómoda para ellos cuando se sientan o se acuestan.
• Se tumban de manera extraña: como la artritis afecta a veces a la espina dorsal, es normal que tu mascota sienta dolor en el cuello y que, por ello, adopte posturas extrañas al tumbarse.
• Irritabilidad: como nos ocurre a los humanos, el dolor provoca en los perros que se muestren más irritables y que, incluso, pierdan el apetito. También es frecuente que el can deje de obedecer como antes o que ya no responda a las órdenes que antes sí atendía.
• Cansancio: si alguna vez has sufrido dolor de manera prolongada, sabrás que termina siendo algo agotador. Por eso, es completamente normal que un perro con artritis se muestre especialmente cansado y tenga más ganas de dormir que de pasear.
• Atrofia muscular: la inactividad que adoptan los perros con artritis a causa de las molestias puede llegar a provocar la atrofia de algunas partes de su cuerpo, en especial de las patas que menos utilizan. Esto ocurre sobre todo en las fases más avanzadas de la enfermedad.

• Lamidos compulsivos: con la intención de aliviar el dolor que sienten en algunas partes de su cuerpo, los perros con artritis se lamen insistentemente, lo que puede llegar a generar en el peor de los casos calvas o heridas abiertas.  

¿Cómo saber si es artritis o artrosis? ¿Cómo se diagnostica?

Los veterinarios siguen un método específico para diagnosticar la artritis en perros.

Hablamos de una enfermedad degenerativa que afecta de forma directa a la membrana sinovial, un tejido elástico que protege el interior de las articulaciones, reduciendo la fricción producida por los movimientos del perro.

Cuando la artritis aparece, lo que ocurre es que el líquido sinovial que contiene esta membrana se disemina a lo largo de toda la articulación, en vez de reabsorberse como ocurre en una situación normal. Como consecuencia de esto, los huesos y los cartílagos se erosionan constantemente, provocando ese dolor característico de la artritis.

En cambio, en la artrosis el órgano que sufre la degeneración es el cartílago que envuelve a los huesos y que ayuda también a minimizar la fricción por el movimiento. Con el tiempo (o, a veces, debido a malformaciones o contusiones), el cartílago del animal se desgasta hasta prácticamente desaparecer, lo que ocasiona que los huesos terminen rozándose entre sí y el perro sufra tanto molestias y dolor como pérdida de flexibilidad.

¿Cómo tratar la artritis en perros? Claves del tratamiento y medicamentos

Los tratamientos de la artritis en perros dependen siempre del origen específico de la enfermedad. Por eso, es preciso realizar un buen diagnóstico por parte de los veterinarios para ponerle nombre exacto a la patología y decidir cuáles van a ser los tratamientos más eficaces en el caso de tu mascota.

Así, si nos encontramos ante una artritis derivada de una infección, el suministro de antibióticos y la realización de lavados articulares son casi siempre dos imperativos. Por el contrario, si el origen no es una infección los medicamentos antiinflamatorios y los inmunodepresores formarán parte indispensable de los tratamientos con total seguridad.

Con frecuencia se acompaña el tratamiento farmacológico con sesiones de fisioterapia y rehabilitación, para fortalecer al máximo las articulaciones. Y también es importante seguir las pautas que tu veterinario te dé en lo relativo a la alimentación. Lo normal es que le prescriba al animal una dieta especial orientada a conseguir un peso saludable y que, en algunos casos, recomiende la toma de algún suplemento alimenticio.

Finalmente, en los casos más extremos se hace necesario practicar una intervención quirúrgica, con el objetivo de limpiar las articulaciones afectadas o colocar refuerzos o prótesis protectoras para asegurar la extremidad dañada.

¿Entonces, cómo se cura la artritis?

Lamentablemente, no hay forma de curar la artritis, pero lo que sí que podemos hacer es actuar rápido para tratar de minimizar sus síntomas. Gracias a los tratamientos antes descritos, está en tu mano que tu mascota sufra menos dolor y no padezca un deterioro definitivo y permanente en sus articulaciones.

¿Pueden tener artritis los cachorros y los perros jóvenes? ¿Y los pequeños?

Como ya hemos avanzado, los perros jóvenes también están expuestos a sufrir artritis, aunque en estos supuestos recibirá el nombre de artritis secundaria y es necesario que se distinga de la primaria, que es la que habitualmente afecta a los perros ancianos