¿Qué es el virus de la inmunodeficiencia felina (VIF o FIV, por sus siglas en inglés)?
El virus ataca directamente a las células que conforman el sistema inmune (a los glóbulos blancos y a los leucocitos), dañándolos o destruyéndolos, lo que provoca un deterioro de la función inmunológica de los felinos. Como consecuencia de esto, los gatitos infectados con el FIV se vuelven más vulnerables a otras infecciones e incluso frente al cáncer, aunque al inicio es posible que los animales no muestren ningún signo de la enfermedad. Además, diferentes parásitos o bacterias, como el toxoplasma o los hemoplasmas (que causan la anemia), tienen una vía más libre para entrar en el organismo de los gatos enfermos de FIV.
En cuanto a la prevalencia de la enfermedad, para que te hagas una idea, en Reino Unido la padecen el 6 % de los gatos sanos y el 14 % de los gatos que presentan alguna patología. Sin embargo, este es solo un dato orientativo, ya que los números pueden variar sensiblemente entre regiones y también entre las distintas comunidades de felinos, distinguiendo especialmente entre los caseros y los callejeros.
Los síntomas más habituales
Los que se registran con más frecuencia son:
- Pérdida de peso.
- Depresión.
- Inflamación de los ganglios linfáticos.
- Fiebre.
- Problemas respiratorios.
- Anemia.
- Infecciones de la piel.
- Conjuntivitis.
- Diarrea y vómitos.
- Carcinomas y linfomas.
Las fases de la enfermedad
El avance de la enfermedad de la inmunodeficiencia felina es progresivo, de forma que sus síntomas se agravan y se hacen más visibles conforme se pasa de una fase a otra:
- Fase aguda: dura alrededor de una semana y comienza de forma repentina. En este primer periodo de la enfermedad, el gato comienza a presentar inflamación de los ganglios linfáticos y es posible que sufra también fiebre, diarrea y una sensación de debilidad generalizada.
- Fase asintomática: de pronto, el minino parece curarse y los síntomas desaparecen temporalmente, dando la sensación de que el animal está sano. Este periodo puede durar varios meses o incluso varios años.
- Fase de inflamación de los ganglios linfáticos: durante semanas o meses los ganglios continúan con su inflamación y vuelven a aparecer episodios de fiebre más o menos recurrentes. El minino pierde el apetito y comienza a adelgazar. Ocasionalmente, también pueden aparecer artritis y estomatitis (inflamación de la mucosa de la boca).
- Complejo vinculado al SIDA: el deterioro imparable del sistema inmune del gato provoca que este sea más sensible a determinadas infecciones bacterianas, capaces de afectar a diversos órganos. Los problemas respiratorios, digestivos y de comportamiento son frecuentes en esta fase, que puede durar meses o años.
- Fase final: aquí se da lo que se conoce como síndrome de la inmunodeficiencia adquirida, que implica es que el sistema inmune del gato esté ya tan debilitado que sea imposible curarlo. Tras perder una gran cantidad de peso, el minino termina falleciendo en el 10 % de los casos de gatos infectados.
Riesgos de contagio o transmisión a otros gatos
Lo más común es que los gatos se contagien del FIV mediante mordiscos, en peleas callejeras. A través de la saliva el virus puede transmitirse de un felino a otro, provocando que este contraiga también la enfermedad. Pero esta no es la única vía de contagio, ya que la transmisión también puede producirse si varios gatos comparten espacios y utensilios para beber y para comer.
Otras dos posibles vías de contagio son las de las madres embarazadas a sus bebés y la transmisión a través de parásitos como las pulgas.
Diagnóstico conjunto: FIV y leucemia
Tenemos que hablar en este punto de la leucemia felina, porque es una patología que a menudo se diagnóstica utilizando las mismas pruebas que para la detección del FIV. En ambos casos, hay algo que está claro: cuanto antes se produzca el diagnóstico, antes se podrá comenzar con el tratamiento.
En concreto, estos son los diferentes exámenes que efectuará el veterinario para confirmar o descartar la enfermedad:
- Análisis de sangre: como el FIV provoca la disminución de algunas células de la sangre, este método suele ser el primero de todos.
- Medición de anticuerpos: mediante diferentes métodos, como el de Western Blot o el test ELISA, es posible detectar la presencia de anticuerpos de la enfermedad en el cuerpo de los gatos. Se debe complementar este estudio con una prueba adicional.
- Prueba PCR: en un laboratorio veterinario se procede a la extracción y análisis de muestras de tejido o de sangre. Se trata de una prueba que se utiliza a menudo para complementar al examen de anticuerpos.
¿Tu gato ha dado positivo en el síndrome de la inmunodeficiencia felina? Este es el tratamiento
Desgraciadamente, no existe un tratamiento específico para conseguir que la enfermedad de la inmunodeficiencia felina remita y desaparezca. Por tanto, todos los esfuerzos han de centrarse en estabilizar la salud del gato y tratar de mantener al máximo su calidad de vida.
A continuación, repasamos los diferentes medicamentos o métodos empleados actualmente para conseguir estos objetivos:
- Ciertos medicamentos antivirales efectivos contra el VIH han comenzado a dar buenos resultados en gatos con FIV.
- El interferón parece contribuir a la replicación del FIV, gracias a sus propiedades inmunomoduladoras y antivirales.
- Por su parte, el aceite de prímula puede lograr cierta mejoría en aquellos gatos con baja carga viral y en fases tempranas de la enfermedad, cuando aún no se presentan casi síntomas. En concreto, parece contribuir a la ganancia de peso y a la mejora en el recuento de las células de la sangre, mejorando en general la condición física del animal.
- Finalmente, los antibióticos son necesarios para combatir las infecciones secundarias que surjan como consecuencia del contagio de FIV.
¿Existe vacuna para el FIV?
Aunque desde 2002 existe en Estados Unidos una vacuna contra la enfermedad de la inmunodeficiencia felina, en su variante endémica norteamericana, su eficacia todavía no está debidamente acreditada. Además, en España su uso no está aprobado, por lo que la respuesta que tenemos que darte es negativa: no existe vacuna contra el virus de la inmunodeficiencia felina.
Consejos para prevenir la inmunodeficiencia felina
Dado que no existe una cura para la enfermedad y tampoco puedes vacunar a tu gato para evitar que se contagie del FIV, lo mejor que se puede hacer es recurrir a la prevención. Aquí tienes algunos consejos útiles en este sentido:
- Limita las salidas de tu gato: ojo, esto no quiere decir que le tengas que prohibir a tu minino salir de casa, en absoluto. Los gatos, igual que los perros, disfrutan mucho explorando su entorno y es algo que deben seguir haciendo, pero sí puedes controlar cuántas veces sale y hacia dónde se dirige, intentando que siempre regrese a casa a pasar la noche. Lógicamente, lo ideal sería poder disponer de un jardín en el que el gato campase a sus anchas sin exponerse a ningún riesgo innecesario, pero esto no siempre es posible.
- Esteriliza a tu mascota: sobre todo si son machos, es importante que te plantees la esterilización. Ten en cuenta que la mayoría de las peleas entre gatos se producen en época de celo, y la esterilización puede ayudar a que tu gato se muestre menos agresivo con el resto en esos momentos, además de contribuir a reducir su necesidad de salir de casa.
- Toma precauciones si vas a adoptar a un nuevo gato: lo ideal es que le realices un análisis en la consulta veterinaria para descartar que el nuevo miembro de la familia esté contagiado de FIV, especialmente si sabes con certeza que el felino proviene de la calle.
- Un bebedero y un comedero para cada uno: si tienes varios mininos en casa, una buena forma de protegerlos es que cada uno utilice sus propios utensilios y juguetes. Así, si uno de ellos tiene la mala suerte de contagiarse, será menos probable que termine transmitiéndole la enfermedad al otro.
En líneas generales, tienes que entender que un gato portador del virus de la inmunodeficiencia felina, aunque no se puede curar, no siempre es un gato que se muestra débil, enfermo o con posibilidades de fallecer. Simplemente, es un minino con un sistema inmune debilitado que requiere de ciertos cuidados que le pueden permitir vivir con cierta calidad de vida durante muchos años. Aunque esto es algo que puede ocurrir con muchas más posibilidades si el diagnóstico de la enfermedad se obtiene en una fase temprana de la misma. De hecho, hay casos afortunados en los que dicho diagnóstico se produce incluso antes de que el gato presente algún síntoma.
Si sigues nuestros consejos de prevención, disminuirás el riesgo de que tu minino se contagie del FIV y, si nos haces caso en cuanto a los cuidados postcontagio, conseguirás asegurarle una buena calidad de vida en caso de que tu compañero felino tenga la mala suerte de contraer la enfermedad.
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En cualquier caso, como consejo adicional, contar con un seguro mascotas gatos te brindará una gran tranquilidad en este sentido.